Martes 23 de Mayo de 2000

Un acto de justicia sonora

Pappo y Amigos supone el definitivo reconocimiento del rock argentino a su guitarra mayor. Por el doble CD desfila un verdadero dream team local.
JOSE BELLAS.

Si alguna vez el señor Pappo consiguió que se lo reconociera y se lo oficializara dentro de la historia del rock nacional, no fue en los términos deseados. Corría 1993 y por primera vez tenía un hit (Mi Vieja), compuesto a partir de la mirada ajena y kistch de Sebastián Borenzstein sobre lo que se supone que debe ser el artista: una mezcla de Minguito Tinguitella y un Pitecantropus. Sus conexiones con el jet-set presidencial lo hicieron pasear por la farándula como un ejemplar único, pero finalmente domado.
Pappo & Amigos debería ser el definitivo reconocimiento a un cancionero sepultado por el pésimo sonido de sus reediciones digitales: el de los primeros seis volúmenes de Pappo's Blues. Brutos diamantes de sabia rusticidad, grandes éxitos de una dimensión paralela donde los músicos cuentan cuatro y definen telepáticamente cómo llevarle el ritmo a esa guitarra endemoniada. Discos, canciones, solos de guitarra que sólo nos permitimos archivar por aquel prejuicio nativo que dice algo así: "¿Cómo va a ser bueno si nació en La Paternal y se come las eses".
Aquí la palabra marketing se cambia por amigos, y la lista de invitados pasa a ser tan rica en nombres como anecdótica en cuanto al aporte. Los nombres se suceden según hayan sido colegas generacionales (Alfredo Toth, Moris, Omar Mollo y Alejandro Medina), primera descendencia (Adrián Otero, Ricardo Iorio, La Mississippi), segunda descendencia (Los Piojos, La Renga, Viejas Locas, A.N.I.M.A.L.), descendencia indirecta (Andrés Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs) y directa (su hijo, Luciano Napolitano). En su mayoría, artistas que venden discos en proporción 9 a 1 por sobre el homenajeado, pero que no dudaron en correr a los estudios Del Abasto a dejar su aporte. Faltaba más.
A lo largo de 41 temas, la performance de Pappo alcanza niveles colosales. Clásicos como Sandwiches de miga, El Gato de la calle negra y Abelardo el Pollo (los tres, sin invitados) incluyen un voltaje eléctrico capaz de empatarle los tantos a entelequias pesadas como Master Of Reality (Black Sabbath) o a todos los riffs del grunge. Y en los dúos, los premios habría que repartirlos según las Mejores Interpretaciones Vocales (un desaforado Andrés Ciro, de Los Piojos, gritando en Algo ha cambiado y un sutil Vicentico en El sur de la ciudad), Mejor Final (el mantra sonoro de Triple 6 junto a A.N.I.M.A.L.), Mejor Momento Sin Pappo (el intermezzo de Insoluble con el sitar de Botafogo y el bajo de Flavio Cianciarulo), Mejor Apropiación (Divididos invadiendo el descomunal Sucio y desprolijo) y Mejor Rescate (Juanse revitalizando el Blues de Santa Fe).
Como una anécdota mayor, Andrés Calamaro cierra la obra rescatando Nunca lo sabrán, la fabulosa balada al piano con la que Norberto Napolitano comenzó su carrera solista en 1970. Como diría el poeta (Pappo... ¿quién va a ser?), "son muchos pensamientos para una sola cosa".

Ficha:



PAPPO & AMIGOS

Intérpretes: Pappo e invitados especiales

Género: Rock y Blues

Sello: De La Buena Estrella

Muy Bueno